Una campaña excelente en cantidad y calidad.
Así define la actual campaña Antonio Martínez, gerente de la empresa Aracil, Martínez y Morillo, quien además destaca los esfuerzos que desde el sector productor y comercializador se están llevando a cabo para que la uva del Valle del Vinalopó siga manteniendo su actual posicionamiento en los mercados, por encima de otros orígenes.
Uno de los principales problemas que tiene el sector de la uva de mesa del Valle del Vinalópó es la escasez de agua, que como el resto de la zona levantina, está sufriendo ya las consecuencias de la paralización de los trasvases acordados años atrás. La ausencia de agua de calidad, donde la salinidad del agua es elevada, está condicionando el desarrollo de las cepas, paralizando la absorción de determinados abonos y nutrientes. Afortunadamente durante los meses de marzo y abril se registraron algunas lluvias, lo cual permitió que esa salinidad acumulada de los riegos anteriores se disolviera, ofreciendo en estos momentos de plena campaña una uva de excelente calidad y con una producción elevada. Al margen de esta mejoría, el sector sigue reclamando trasvases, sin los cuales la continuidad del cultivo puede peligrar, especialmente por los elevados costes que supone la instalación del riego por goteo, un sistema que se ha extendido en la zona casi al cien por cien.
Pero para el responsable de esta entidad, la falta de agua no es sólo el principal problema del sector. Los elevados costes de producción de este cultivo tradicional limitan su comercialización a precios competitivos. El embolsado característico de esta uva es manual, al igual que la recogida de la uva del campo y su limpieza en los almacenes. Tres tareas casi imposibles de mecanizar, lo cual también genera una elevada mano de obra, aumentando aún más si cabe los costes de producción.
A pesar de esta situación, empresas como Aracil siguen apostando por este cultivo, confiando que el buen hacer les lleve a ofrecer una uva de excelente calidad a la mesa de los consumidores.