A comienzos del siglo XX, una plaga asolaba las cepas alicantinas. Fué entonces cuando un vecino del Valle del Vinalopó encontró la solución: resguardar cada racimo con una bolsa protectora de papel de celulosa virgen satinada por su cara exterior. La casualidad demostró que esta defensa no solo era eficaz contra la invasión de insectos y los efectos de la fumigación directa con insecticidas, sino que además mantenía los racimos a cubierto de los rigores climáticos permitiendo que los granos desarrollaran un color, brillo y textura de piel homogéneos.
Gracias a este peculiar sistema de cultivo, la uva de mesa del Vinalopó tiene unas características físicas y gastronómicas excepcionales, que le han valido para ser la única uva embolsada con Denominación de Origen.
La perfección del grano y un exahustivo control de calidad son condiciones indispensables que se exigen para poder otorgar el etiquetado D.O Vinalopó que garantiza su procedencia.